¿Y por qué se marchó Güemes tan de sorpresa?
Pero… ¿Y por qué se marchó Güemes tan de sorpresa?
Su suegro, el inefable Carlos Fabra, se operó en Madrid, y no en Valencia, pocos días después de su dimisión
EL INFILTRADO | 11/01/2013
Esta
mañana un lector, que conoce muy bien el mundo sanitario -madrileño y
nacional-, se puso en contacto con nosotros. Quería refrescarnos la
memoria sobre un personaje que de repente ha vuelto a la actualidad:
Juan José Güemes, exconsejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid.
Personaje telegénico y que se mueve muy bien en el mundo de la política y
de los negocios motivos por los que, como les contamos en ELPLURAL.COM, se habla hoy de él.
“Profunda vocación de servicio público”Pero
quien nos llamaba quería hablar sobre otro momento biográfico del señor
Güemes. Quien nos llamaba nos quería hablar sobre la nunca explicada
salida de la carrera política, o igual mejor sería decir, de tener un
cargo político, del interfecto. Y pedía que nos esforzáramos por volver y
recordar aquel 18 de marzo de 2010 en el que, sorpresivamente, Juan
José Güemes, protegido de Rato, protegido de Aguirre, hombre con
supuesta carrera de futuro en el PP y la Administración que el PP
dominara, iba y decía que lo dejaba sin dar ninguna explicación creíble.
Lo
hemos hecho, y hemos encontrado que el señor Güemes, en aparente
contradicción, aquel día de marzo, casi tres años atrás, dijo por un
lado que tenía una “profunda vocación de servicio público” que pretendía
mantener estuviera donde estuviera -ahora, según se ha sabido, como
consejero de una empresa que se ha quedado con un buen bocado de la
Sanidad madrileña que él comenzó a privatizar en su gestión-; y por
otro, que su decisión era “absolutamente irrevocable”, porque “la
política no es una profesión para toda la vida, y yo llevo 17 años;
nunca pensé que pudiera durar tanto”.
La boda de dos cachorros del PPUna
vez recuperado el momento, quien nos llamaba nos recuerda la
perplejidad que esta decisión provocó sin que nadie acabara de creer
aquel sobrevenido hartazgo con la política del joven Güemes. Y nos
cuenta con detalles hasta ahora desconocidos, lo que entonces corrió en
medios políticos, periodísticos y sanitarios, sin saltar a la opinión
pública.
Juan
José Güemes había hecho una boda muy oportuna. Se había casado dentro
del partido con otra prometedora cachorra ‘del PP’: nada menos que
Andrea Fabra. Sí, la misma que se convirtió en figura de ámbito nacional
con su famoso exhabrupto ‘que se jodan’ dirigido a los parados desde su
escaño en el Congreso. Pero que entonces era mucho más conocida por ser
la hija del gran ‘cacique’ castellonense, Carlos Fabra, presidente de
la Diputación provincial y verdadera figura clave para entender el PP y
la política en la Comunidad Valenciana durante los años de Zaplana y,
aún más, los años de Camps. Esto de la boda se lo contamos porque tiene
que mucho que ver con la historia que les narramos.
Carlos Fabra viaja de Castellón a MadridY es
que enfermo de gravedad -presten atención a la fecha, porque es un día
antes de que Güemes anunciara que lo dejaba-, el 17 de marzo de 2010
Carlos Fabra delegaba sus funciones en su vicepresidente. Fabra, como se
vió poco después, necesitaba un trasplante de hígado para sobrevivir.
Extrañamente,
puesto que era un político de peso en su Comunidad, puesto que en
Valencia hay hospitales, pero sobre todo uno, el de la Fe de Valencia,
puesto que su familia, excepto su hija residen en aquella Comunidad..,
muy poco después de su renuncia, Fabra se trasladaba a Madrid e
ingresaba en la lista de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT)
¿Por qué este movimiento?
El médico ‘no jubilado’ acoje al señor FabraQuien
nos llama nos explica: para ingresar en la lista de la ONT, y para
ocupar en ella un lugar más o menos prioritario, es básico el informe
médico de quien trata al paciente. Fuentes médicas dijeron entonces que
lo que sucedía era que en el hospital de la Fe, Fabra no había
encontrado el informe favorable para ser incluido en esa lista en lugar
preferente. De hecho, se dijo, había sido rechazado, porque no cumplía
con los factores que convierten a un enfermo en prioritario, y que
tienen que ver en el caso del cáncer con las esperanzas de recuperación,
la edad del paciente, la existencia de metástasis en otros órganos…
En
Madrid, Carlos Fabra había encontrado mucho más favorable acogida en un
médico muy conocido: el premio Príncipe de Asturias Enrique Moreno
González, cirujano eminente, pero polémico, porque la Comunidad de
Madrid había aprobado un decreto exprofeso pensado para que él no
tuviera que jubilarse, el que pasó a conocerse como ‘decreto de los
eméritos’. Decreto que se había preparado por el equipo del señor
Güemes.
Prevenir el escándalo político tras un trasplanteLo
que viene a recordarnos, por tanto, el interlocutor es que el señor
Fabra, que tiene problemas para ser incluido en la lista de trasplantes
en Valencia, contra toda lógica económica y médica se traslada a Madrid,
donde su yerno es consejero de Sanidad y ha favorecido al cirujano que,
a su vez, con su informe, hace posible que el señor Fabra no sólo sea
incluido en la lista de trasplantes, sino que lo sea en un lugar
preferente porque tan sólo un mes más tarde, el 22 de abril, y en el
madrileño hospital 12 de Octubre, recibe el hígado de un donante.
Quien
nos llama se muestra convencido de que el señor Güemes, que hoy ha
vuelto a la actualidad porque es consejero de una empresa que se
beneficia sustancialmente de unas privatizaciones que él puso en marcha,
se fue de la política para prevenir el escándalo que hubiera
significado que su suegro hubiera sido operado de trasplante bajo las
circunstancias que acabamos de explicarles.
Legalidad, ética y estéticaAh!
Un dato último. La Administración exige dos años de incompatibilidad
para que un cargo político pueda ejercer profesionalmente en el área
sobre la que ha ejercido su poder. Juan José Güemes, el telegénico
protegido de Rato y Aguirre, esposo de Andrea Fabra, yerno de Carlos
Fabra, consejero de un buen número de empresas como les contamos en ELPLURAL.COM,
dos años y un trimestre después de su dimisión, pasó a ser uno de los
directivos de Unilabs. Ya saben, la empresa que se ha quedado con los
privatizados análisis que se hacen los madrileños y que paga el, para
muchos en el PP, denostado ‘servicio público’.